Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
San Juan 3:5
El concepto del nuevo nacimiento, o «nacer de nuevo», es fundamental en la enseñanza cristiana y se aborda de manera significativa en Juan 3:1-21. En este pasaje, Jesús explica a Nicodemo, un fariseo y miembro del Sanedrín, la necesidad de una transformación espiritual para entrar en el reino de Dios. Jesús afirma: «De cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Juan 3:3). Nicodemo, confundido por la idea, pregunta cómo es posible nacer de nuevo siendo viejo. Jesús aclara que se trata de un nacimiento espiritual, diciendo: «El que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» (Juan 3:5).
El término «nacer de nuevo» también puede traducirse como «nacer de arriba», lo cual indica una acción divina que transforma el ser interior del individuo. Este nuevo nacimiento no es un proceso físico, sino una regeneración espiritual. Jesús diferencia entre lo que es nacido de la carne y lo que es nacido del Espíritu (Juan 3:6), subrayando la necesidad de una transformación que solo Dios puede realizar.
La teología del nuevo nacimiento es consistente en varias partes del Nuevo Testamento. En 2 Corintios 5:17 se dice: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas». Este versículo enfatiza que la fe en Cristo produce una nueva identidad en el creyente. Asimismo, Efesios 2:8-9 afirma que esta salvación es un don de Dios, no el resultado de nuestras propias obras, y que la gracia es el medio a través del cual somos salvados.